El papel de la mujer en el cuidado a nuestros mayores

En la semana que se conmemora el Día Internacional de la Mujer, destacan testimonios como el de Antonia, una usuaria de la Residencia San Agustín, de Fuente Álamo, gestionada por Clece, que vivó su juventud al otro lado, como auxiliar de enfermería en residencias de personas mayores. Una mujer que sabe lo que es ser pionera en una época en la que la formación sanitaria y el mundo laboral estaba al alcance de muy pocas.

En 1965, Antonia salió de su Tenerife natal camino de Suiza en busca de una oportunidad laboral que le permitiera mejorar su situación económica. Una vez allí encontró trabajo en una residencia de personas mayores y durante 12 años desarrolló su carrera profesional. "Cuando llegué mis compañeras me fueron explicando las funciones y poco tiempo después realicé una formación de siete cursos donde me acreditaron oficialmente como auxiliar de enfermería". Estuvo trabajando simultáneamente en dos residencias, una entre semana y la otra durante los fines de semana. "Mi trabajo me encantaba y en poco tiempo les cogí cariño a todos los residentes". Para Antonia el trabajo no ha cambiado mucho desde su época, pero ahora al ser usuaria lo ve todo con un poco de nostalgia y un poco de pena de cara a los profesionales ya que "con toda esta situación puedo percibir los grandes esfuerzos que realizan y a veces las familias no lo valoran lo suficiente".

Lo que si considera que ha cambiado es la sociedad en general y la situación de las mujeres, aunque ella se considera una privilegiada porque cuando estuvo en Suiza "en todos los trabajos me trataron siempre fenomenal y personalmente creo que a la mujer se la valora mucho y se reconoce su enorme papel en la sociedad. Sin embargo, mis hermanas que se quedaron en España tuvieron muchas dificultades para salir adelante porque el papel de la mujer estaba mucho más infravalorado que en otros países".

Para Antonia la sociedad ha mejorado en algunos aspectos para la mujer, pero en general se ha perdido un poco el respeto hacia las personas, sobre todo a los mayores y a las mujeres, y lamenta los casos de violencia de género que se conocen a diario. Ella refiere que "gracias a Dios tuve suerte con mi marido, quien desde el primer momento me valoró y respetó".

Nos tramite que su filosofía de vida es siempre buscar el lado positivo de las cosas y su mensaje es claro: "todas las personas que están pasando por una situación difícil tienen que tener fe y ser valientes. Que nunca pierdan la esperanza de ser felices y luchar por la vida que se merecen".

Antonia, fue una de esas figuras ocultas que trabajó cada día por hacer más fácil la vida de las personas mayores, mejorando su calidad de vida y transmitiendo esperanza y felicidad a las personas que la rodean. Ahora es ella, la que recibe este tipo de cuidados.

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